HISTÓRICO
Dos notables médicos chinos en Cuba en el siglo XIX
Two outstanding Chinese doctors in Cuba in the XIX century
Lourdes Bárbara Alpízar CaballeroI, Lourdes de la Caridad Borges OquendoII, Xiomara Grey FernándezIII
IDoctora
en Ciencias Pedagógicas. Especialista Segundo Grado en Pediatría.
Profesor Titular. Investigadora Auxiliar. Universidad de Ciencias Médicas
de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto García".
La Habana, Cuba. lourdesa@infomed.sld.cu
IIDoctora en
Ciencias Pedagógicas. Especialista Segundo Grado en Higiene y Epidemiología.
Profesora Consultante. Investigadora Titular. Universidad de Ciencias Médicas
de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas "General Calixto García".
La Habana, Cuba. lborges@infomed.sld.cu
IIIDoctora en
Ciencias Pedagógicas. Licenciada en Educación. Profesor Asistente.
Universidad de Ciencias Médicas de La Habana. Facultad de Ciencias Médicas
"General Calixto García". La Habana, Cuba. xgrey@infomed.sld.cu
RESUMEN
Introducción:
La llegada a Cuba en el siglo XIX de los culíes contratados para realizar
los trabajos agrícolas, conllevó la llegada de médicos
chinos, practicantes de la medicina herbolaria.
Objetivo: Caracterizar
la vida y obra de dos médicos inmigrantes chinos del siglo XIX desde
sus historias, quienes alcanzaron notoriedad en su época por sus comportamientos
profesional y humano en la práctica de la Medicina, lejanos uno del otro
en la Isla.
Material y Métodos:
Se presenta una revisión bibliográfica de las publicaciones periódicas
indexadas en las bases de datos SciELO y Google Académico; libros, artículos
periodísticos y publicaciones periódicas de la época que
se encuentran como fondos de la Biblioteca Nacional de Cuba "José Martí".
Se consultaron como fuentes básicas Emilio Roig, Chouffat Latour,
Delgado García y Portel Vilá.
Desarrollo: Se obtuvo
que los médicos herbolarios Siam y Juan Chambombiá permitieron
lograr salvar a enfermos desahuciados en esa época, y ganar por
ello notoriedad; mostraron cualidades humanas de desinterés y ayuda a
los humildes. Las disputas referidas a la paternidad de la frase "A ese no lo
salva ni el médico chino", que ha quedado en el hablar popular cubano,
finalmente fue conferida a Juan Chambombiá.
Conclusiones: Siam
y Chambombiá se caracterizaron por ser hombres cultos, dedicados a la
profesión médica con desinterés y humanismo. Ambos sufrieron
persecución e incomprensiones; prejuicios y celos, consecuencia del éxito
en el tratamiento a pacientes incurables. Sus huellas han quedado en Cuba por
sus comportamientos profesionales y humanos.
Palabras claves: Médico chino, culíes, frase popular, inmigrantes, comportamiento profesional, comportamiento humano.
ABSTRACT
Introduction:
The arrival of coolies to Cuba in the 19th century, hired to carry
out plantation labor, involved the arrival of Chinese doctors who were practicing
members of the herbalist medicine.
Objective:To characterize
the life and work of two Chinese immigrant doctors of the XIX century who became
well-known in their epoch because of their human and professional behaviors
in the medical practice, even living away from each other in the island.
Material and Methods:A
bibliographic review of the periodical publications index-linked in SciELO
database, and Google Scholar is presented. Books, journalistic articles, and
periodical publications of the epoch that are part of the stock of "José
Martí" National Library were reviewed. Basic sources such as Emilio
Roig, Chouffat Latour, Delgado García, and Portel Vilá were also
consulted.
Development:It was
known that the herbalist doctors Siam and Juan Chambombiá could cure
sick people who were given up all hope of saving in that epoch, thus becoming
well-known doctors; they both showed human qualities of lack of interest,
and help to the humbles. The arguments referred to the authorship of the
phrase: "Not even the Chinese doctor can save him", which has remained in the
Cuban collection of proverbs, was finally conferred to Juan Chambombiá.
Conclusions:Siam
and Chambombiá were characterized by being cultured men, dedicated to
the medical profession with unselfishness and humanism. Both of them suffered
for persecutions, and lack of understanding; prejudices, and jealousy as a consequence
of their success in the treatment to incurable patients. Their traces
have remained in Cuba because of their professional and human behaviors.
Keywords:Chinese doctor, coolies, popular phrase, immigrants, professional behavior, human behavior.
INTRODUCCIÓN
La inmigración comienza con la Historia de Cuba, y continúa siendo un factor importante en la formación del pueblo cubano. Sucesivas remesas de inmigrantes de diversos orígenes han llegado durante siglos; la mayoría inmigrantes forzados, que llegó en sistema de esclavitud o semiesclavitud por oleadas sucesivas a nuestras costas. Esto incluyó inmigrantes peninsulares, africanos y chinos, fundamentalmente.1
La primera inmigración china (1847-1874), tuvo para Cuba la mayor importancia no solo por su volumen, sino por la influencia que ejerció en la sociedad colonial, en un momento cuando hacía crisis el sistema de producción basado en el trabajo esclavo. Respondió a fines estratégicos durante el ciclo de la plantación esclavista y manufacturera del azúcar, en la búsqueda de braceros para el trabajo agrícola, para reforzar la población negra esclava -en peligro de extensión- o para trabajar junto a ella en estas labores.1
A finales del cuarto período histórico de la Medicina china (Imperio Moderno, desde 1368hasta mediados del siglo XIX), comienzan a llegar a Cuba en 1847, siglo XIX, los primeros labradores, y con ellos llegan sus médicos botánicos.2
Varios investigadores han publicado sobre las características y desempeño de los médicos chinos del siglo XIX.2-16 Se han identificado varios en el país, pero la investigación se detendrá en dos figuras notables: Siam, quien se asentaría en Santa María del Puerto del Príncipe, actual Camagüey, en el oriente del país y, Juan Chambombiá, en el occidente del país. Entre historiadores se suscitó una disputa acerca de la paternidad y propiedad de la frase "A ese no lo salva ni el médico chino", que forma parte del habla del cubano aún en nuestros días.
OBJETIVO
El objetivo de esta revisión es caracterizar desde la historia, vida y obra de dos médicos inmigrantes chinos del siglo XIX, quienes alcanzaron notoriedad en su época, sus comportamientos, profesional y humano, en la práctica de la Medicina, lejanos uno del otro en la Isla. Sirva esta revisión para desde estas dos figuras, rendir homenaje a la inmigración china a Cuba, que este año cumple su aniversario 170.
MATERIAL Y MÉTODOS
Se realizó una revisión bibliográfica donde se utilizaron fuentes de los siglos XIX, XX y XXI indexados en SciELO, Biblioteca Virtual de Salud de Cuba, Google Académico y los que atesoran la Biblioteca Nacional de Cuba "José Martí", la biblioteca de la casa de Tradiciones Chinas, el Archivo Nacional, prensa de la época y actual, publicaciones seriadas y libros, así como las evidencias que se refieren a la emigración china y quehacer de estos médicos en Cuba.
Como fuentes importantes se seleccionaron obras de autores como Roig de Leuchsering, Portell Vilá, Chuffat Latour, Crespo Villate, Jiménez Pastrana y Bueno Castán, los que abordan la historia de la inmigración china a Cuba, y desde lo histórico y antropológico, el quehacer de los médicos chinos inmigrantes. Desde lo costumbrista, a Ciro Bianchi, y a médicos como López Martínez, Vega Jiménez y Ferrer Lozano. Publicaciones periódicas del siglo XIX y XX como Diario de la Marina, El País Gráfico, revistas Carteles y Bohemia y los periódicos Juventud Rebelde y Trabajadores que aportaron, desde lo vivencial, datos de interés sobre la vida de estos médicos chinos.
DESARROLLO
La inmigración china
La corriente migratoria asiática más numerosa hacia nuestro país fue la china, con la llegada de miles de sujetos hablantes de los tres conjuntos dialectales más importantes de la China meridional: jakka, min y yue.4
De acuerdo con Fornés-Bonavía, el 3 de junio de 1847 llegaron al puerto de La Habana los primeros 206 chinos desde el puerto de Amoy, en la nave española "Oquendo". El 12 de junio, una segunda carga de 330 trabajadores chinos llega también al puerto de La Habana en la nave "Duke of Argyle". Se estima que entre 1847 y1874 inmigraron a Cuba de 200 000 a 250 000 chinos, bien sean legales o ilegales.17
Los culíes, contratados semisiervos, trabajaban en condiciones similares a las de los esclavos; fueron dirigidos desde el primer momento hacia las jurisdicciones de Matanzas, Cárdenas y Colón, que constituía la gran zona azucarera de entonces, tendencia que se reforzó con los años.4,17 Con ellos, llegaron los primeros médicos herbolarios, la mayoría como parte de los contratados para la atención médica de sus coterráneos.
Los médicos chinos en Cuba. Siglo XIX
En el período colonial (1492 a 1898), la mayoría de los médicos que existía en Cuba procedía fundamentalmente de la Universidad de Salamanca, aunque también venían de las Universidades de Alcalá, Sevilla y Barcelona. La Medicina traída a Cuba por los médicos de la Conquista se sustentaba en la filosofía escolástica, basada en las obras de Hipócrates, Galeno, Rhazes, Avicena y otros.17
Junto a la Medicina aborigen y la que trajeron los españoles, hubo también en Cuba influencia de la Medicina de los africanos y los chinos.17 La de origen africano era de carácter sugestivo, llena de misticismo y basaba su terapéutica en las propiedades curativas de plantas que conforman la flora cubana. Por otra parte, aunque la Medicina de origen chino no halló semejanzas en la flora de la Isla, los medicamentos preparados por ellos fueron muy utilizados.18
Estos médicos aplicaron la medicina tradicional china en nuestro país con excelentes resultados, que les proporcionaron gran fama y prestigio en toda la población. Pueden ser reconocidos seis destacados como los iniciadores de esta Medicina en nuestro país: Kan Shi Kom, Chang Pon Piang, Ramón Lee, ubicados en La Habana; Siam, en Santa María del Puerto del Príncipe; Wong Seng, en Manzanillo y Chan Bu Bian, en Santiago de Cuba.
Es objeto de estudio, la vida y obra de dos de ellos: Chang Pon Piang y el "chino Siam", por ser los más documentados y, haber sido en occidente y oriente de Cuba respectivamente, famosos, a los que varios estudiosos cubanos adjudican el surgimiento de la frase:6,7 "A ese no lo salva ni el médico chino", referida en una de sus acepciones, a la gravedad extrema e irreversible de un enfermo, más cerca ya de la muerte que de la vida.3,19,20 Se mantiene como un reconocimiento al desempeño exitoso de los médicos chinos en Cuba, más tributada a Chambombiá; surgió y se mantiene en el habla cubana, como parte de su cultura.
Siam (Juan de Dios Siam Zaldívar)
Según la historiadora agramontina, Amparo Fernández y Galera, en entrevista concedida al diario Juventud Rebelde, en 2009, llegó a La Habana, desde Pekín. A su llegada fue aclamado por los pobladores que ya padecían enfermedades y muertes desde hacía años. La familia Mojarrieta lo acogió, le consignó un salario, le situó un intérprete y una consulta donde fusionó la farmacopea china con la cubana que ya tenía de la española y la africana.12
Algún celoso del éxito que tuvo, denunció su trabajo y la guardia civil acudió a exigirle el título. Según Fernández y Galera,aun cuando poseía título de médico, este no lo había acompañado en su viaje desde China, lo que trajo por consecuencia que le impidieran continuar con el ejercicio de la Medicina.
Ello obligó su traslado en junio de 1848 a Santa María del Puerto del Príncipe, ciudad importante en la época donde quedó como el primer maestro de Medicina tradicional china en la ciudad.15 El arribo a esta ciudad antecedió en 10 años a la llegada de Cham Bom Biá a La Habana.
Juan de Dios Siam Zaldívar, fue un asiático diferente a los demás, porque al llegar a la naciente ciudad traía un capital base de 20 000 pesos en oro español, algo muy inusual en la emigración china.13
Se destacan entre sus aportes los resultados de trabajo con otro médico con el que inició investigaciones para curar la lepra, que nunca pudo firmar por carecer de título profesional.15
El chino Siam era muy popular debido a sus curaciones, a pesar de despertar temor en no pocos lugareños por considerarlo curandero, a causa de la ignorancia de sus procedimientos profesionales.13 No obstante, la sociedad lo denigraba, porque no practicaba la religión católica.
En el libro Leyendas y Tradiciones del Camagüey nos dice su autor Roberto Méndez20: "Antes de la llegada de Siam se había descubierto en aguas de Nuevitas una caja de madera con una sola inscripción: Veracruz. Dentro había una imagen de Cristo crucificado. Los pescadores que hicieron el hallazgo lo dieron por milagroso. Nunca se dio una explicación coherente sobre esa imagen, que podía estar destinada a algunos de los templos de la Villa Rica de Veracruz, en México, o que podía contar con algunas astillas de la "vera cruz", el madero donde se dio tormento a Jesús".20
La imagen ganó fama de milagrosa y con el tiempo se perdió para siempre. No fue llevada a templo alguno, sino puesta en venta. La adquirió un acaudalado matrimonio, de rancia estirpe principeña: Ignacio María de Varona y Trinidad de la Torre Cisneros. Durante la Semana Santa sus propietarios la llevaban a la Parroquial Mayor de la ciudad y de ahí salía en procesión el Viernes Santo.20
El Viernes Santo de 1850 mientras la procesión de la Veracruz recorría las calles más céntricas, apareció súbitamente Siam, ataviado con ricas vestiduras orientales, y, solemnemente, se arrodilló en medio de la vía, delante de la imagen. El misterioso brujo se había convertido al cristianismo. Recibió el bautismo el 25 de abril de 1850 y la esposa de El Lugareño, Gaspar Betancourt Cisneros, se convirtió en su madrina, recibió el nombre católico de Juan de Dios Siam Zaldívar.14,21
Aunque en su propia acta de bautismo aparece Siam (sin tilde y con m), él firmaba de su puño y letra como Sián (con n y tilde hasta su muerte ocurrida el 23 de marzo de 1885, a los 74 años de edad. Esta característica en la firma lo diferencia de otras familias asiáticas asentadas en la urbe de apellido Siam.12
El afamado médico chino, durante su estancia en la isla, tuvo descendencia por dos líneas: una legítima con una mujer blanca, y otra creada en concubinato con una mujer negra, y los descendientes de ambas ramas todavía viven en Camagüey, orgullosas de su ascendencia asiática y de su tan famoso pariente. Una parte de la descendencia se ha dedicado en el tiempo a la profesión farmacéutica.12,13 (Figura 1).
Chan Pon Piang(Juan Chambombiá)
De origen jakka,7 oriundo de Manila, su nombre chino significa en castellano "sol amarillo", nombre que los cubanos transformaron para su fácil decir en Juan Chambombiá.2 Según Roig de Leuchsenring, Chambombiá llegó a La Habana en 1858 en la que estableció su consulta, visitada por todas las clases sociales.
De acuerdo con Crespo Villate, por el expediente promovido para adquirir la ciudadanía hispana en noviembre de1860, tuvo residencia constante en la Isla desde 1854.4
En la capital de la colonia ejerció el oficio de cigarrero y practicaba la Medicina botánica tradicional utilizando productos preparados por él mismo con plantas cubanas o con componentes importados desde San Francisco, California.4,11
Al inicio era visto como un curandero, pero por su sapiencia y éxitos en el tratamiento de los enfermos, hizo que fuera reconocido como un notable hombre de ciencias de amplia cultura oriental, que mezclaba sus profundos conocimientos de la flora cubana y china, como sabio herbolario que era, con los adelantos médicos occidentales.3,5,7 Realmente, había estudiado la botánica en su país y tenía grandes conocimientos de la flora cubana.4
Los chinos jakka, de la parte Sur de China, se conocen por ser hombres muy serios, y constituyendo una verdadera garantía por su formalidad; son respetuosos y correctos en todos sus actos.4 De estos vinieron muy pocos a Cuba, y este número reducido sirvió de modelo de virtud y honradez para sus compatriotas, enemigos de la droga, los vicios, y el juego. Eran chinos cultos y finos.4 Esto explica las características descritas en el comportamiento de Chambombiá por varios autores: hablaba con ciertas imperfecciones, además del chino, el inglés y español, lo que denotaba cultura; era cuidadoso al vestir cuando lo hacía con el tipicismo de su tierra o a la moda imperante en Europa. Portel Vilá lo describe como "hombre de elevada estatura, de ojillos vivos y penetrantes algo oblicuos; con luengos bigotes a la usanza tártara, larga perilla rala pendiente del mentón y solemnes y amplios ademanes subrayando su lenguaje figurado y ampuloso; vestía como los occidentales, y en aquella época que no se concebía en Cuba al médico sin chistera y chaqué, él también llevaba con cómica seriedad una holgada levita de dril".3
Curaba no solo los males corporales, era capaz de tratar las aflicciones y en su trato, se podía advertir a un correcto caballero.3 Atendía afecciones como disentería, fiebres coleriformes, asma, agotamiento, ceguera y otros padecimientos, preparaba frecuentemente él mismo con hojas, cáscaras y raíces, los extractos y aceites para la elaboración de sus medicamentos.4,7-9
Los primeros años de estancia en La Habana los vivió en el barrio de los Sitios, en Maloja esquina Campanario donde alcanzó fama por sus milagrosas curaciones. Fue denunciado en 1863 por un ciudadano nombrado Gabriel Millet, en representación de Anastasio Millet y Joaquín Cabaleiro a causa haber recibido una factura de medicamentos provenientes de San Francisco, California, sin la correspondiente licencia. Este hecho fue considerado como ejercicio ilegal de la Medicina por lo que fue llevado a juicio en la Sala Tercera de lo Criminal, donde quedó demostrado que curó a numerosas personas declaradas supuestamente incurables.7
El ilustre asiático fue víctima de una implacable persecución por parte de los médicos españoles radicados en la capital que comienzan a perder la clientela y el prestigio. Una vez concluido el proceso, Chambombiá fue obligado a abandonar La Habana, y tuvo que dirigirse a la ciudad de Matanzas. Allí vivió en la Calle Mercaderes esquina a San Diego, próximo a la residencia de la familia Escoto, donde también sufrió persecución y acoso por los médicos peninsulares.5
La ciudad de Cárdenas fue en esa época, un centro de extensa y rica zona agrícola que contó con una de las poblaciones chinas más numerosas.2 Esto motivó que Chambombiá apareciera en Cárdenas según los investigadores, en 1872,3,4,8 instalándose en una casa de la Sexta Avenida, casi esquina a la calle 12 (actualmente Vives entre Coronel Verdugo e Industria), junto al antiguo Cuartel de Bomberos, actual Museo de la Batalla de Ideas. Allí tenía vivienda y dispensario. (Figura 2).
En Cárdenas hizo curas maravillosas de enfermos desahuciados por médicos de fama de aquella ciudad y de La Habana; devolvió la salud, la vista y el uso de miembros.8
Chambombiá siempre tenía consigo numerosas raíces, frutos y hojas exóticas de nuestro suelo para preparar él mismo los medicamentos que indicaba, aunque algunas veces se valía para sus recetas de la farmacia china que estaba en Tercera Avenida (hoy calle Ruiz), número 211.2,3,11 (Figura 3).
Se caracterizó por un absoluto desprendimiento en el ejercicio de la Medicina, cobraba honorarios a los ricos mientras que a los pobres no les cobraba si no podían. Ha quedado su humanismo y ayuda al pobre cuando decía a la hora de cobrar sus honorarios: "Si tiene linelo paga pa mí. Si no tiene, no paga; yo siempre da la medicina pa gente poble".3,6
Se hizo célebre el médico chino, como cariñosamente le llamaban sus amigos. Llegó a conquistar gran popularidad en Cárdenas y en toda la Isla; se convirtió, al decir de Roig de Leuchsenring,en el Sumo Pontífice de la Medicina, lo mismo ayer que hoy, como bien lo expresa la frase popular que sobre él perdura: "A ese no lo salva ni el médico chino".7 Era una persona queridísima entre las familias cubanas. Dejó recuerdos gratos e imperecederos para todos los que lo trataron en aquella época.
Murió en Cárdenas donde vivió largo e indeterminado tiempo en soledad, envuelta su muerte en el misterio, pues nunca se supo claramente las causas que la originaron. Se han hecho conjeturas que van del posible envenenamiento accidental o intencional por algún colega celoso de sus éxitos. Bien puede haber sido una muerte natural, esto queda como incógnita.
En 1981, según publicación de Peñalver Moral en la revista Bohemia, donde entrevista a Victoria Chambombiá, una de sus nietas, se recoge el dato de que Juan Chambombiá dejó una descendencia de 8 hijos varones a quienes dio su apellido. Victoria describió una descendencia blanca de rubios con ojos azules y otra mestiza como ella. Describe a su padre Manuel Chambombiá, como un buen mozo y que su abuelo lo fue mucho más, unido a su amplia cultura y ademanes distinguidos. Victoria, se graduó como enfermera, tuvo dos hijos varones, una nieta y un bisnieto que estuvieron presentes en la entrevista concedida a la revista Bohemia.8
No solo la frase que dio origen Chambombiá ha quedado en el folklore cubano. Han quedado varias anécdotas de Juan Chambombiá, nutriendo la memoria histórica y la memoria social.
En un número de El País Gráfico, 1938, Portel Vidal narra una de ellas. Cuenta que "unos señores pretendieron burlarse de Chambombiá considerándolo un charlatán audaz, y a los que en un momento, haciéndoles oler ciertos productos les produjo trastornos orgánicos rarísimos, de los que poco a poco les hizo salir, fácilmente con el empleo de otras sustancias". En el mismo número cuenta un picaresco pasaje cuando relata lo sucedido a Chambombiá con la señora, cuya única hija se encontraba en "estado interesante" sin que la madre lo supiera y al llevarla para ser examinada, cansado de tratar de hacer comprender a la madre cuál era la dolencia que aquejaba a la niña sin que la señora dejara de decir que su hija era cristiana y no judía, tuvo que explicarle con desenfadada crudeza lo ocurrido.3
De él queda, además de su reputación, estos versos callejeros que se aplican a todos los orientales:6
Chino
manila,
Cham
Bom- biá;
Cinco tomates
por un reá.
Algunos investigadores y escritores han afirmado que la frase "A ese no lo salva ni el médico chino", se debe al gran reconocimiento a los éxitos del médico Siam,12,13,21 sin embargo, las investigadoras identificaron que la paternidad y propiedad de la frase ha quedado atribuida a Juan Chambombiá y su pertenencia, a la Ciudad de Cárdenas por haber sido el lugar donde más tiempo vivió y donde murió este médico.3 No obstante, en esa época y con pocos años de diferencia hubo otros notables médicos chinos en Cuba tan exitosos, quienes pueden haber contribuido a la extensión de la frase a nivel nacional, incorporada hoy al habla del cubano, a su historia y folklore.
CONCLUSIONES
Chambombiá y Siam, médicos chinos del siglo XIX en Cuba que gozaron de fama y prestigio, se caracterizaron por su amplia cultura, la incorporación de la Medicina occidental y africana a la asiática; ganaron notoriedad por sus éxitos en el diagnóstico y tratamiento de pacientes desahuciados por los médicos peninsulares y por ello fueron objeto de persecución. "A ese no lo salva ni el médico chino", surge como reconocimiento a los éxitos de ambos, y quizá de otros más, aunque se le adjudica la paternidad de la frase a Juan Chambombiá y a la ciudad de Cárdenas, su propiedad.
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Recibido:
4 de abril de 2017.
Aprobado: 21 de noviembre
de 2017.
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