Dr. Francisco Domínguez Roldán. Contribución al conocimiento de su vida y obra
RESUMEN
Introducción:

Los servicios prestados a la Patria por el Dr. Francisco Domínguez Roldán (La Habana, febrero 14, 1864-abril 25, 1942), defendiendo en la manigua la Independenciay luego en la paz, abogando por la causa de la enseñanza y la cultura, su consagración a enaltecer la memoria de Finlay como el precursor en el descubrimiento del modo de transmisión de la fiebre amarilla, por el desarrollo de la medicina en general y definitivamente por el de la Radiología en particular, son verdaderamente excepcionales.

Objetivo:

Describir elementos de la trayectoria multifacética del Dr. Francisco Domínguez Roldán.

Material y Métodos:

Se utilizaron métodos de la investigación histórica como el analítico-sintético y el deductivo-inductivo, así como los submétodos cronológico y geográfico.

Desarrollo:

Se rescataron y expusieron elementos de sus estudios, su notable vida científica, su profesorado en la Facultad de Medicina de La Habana, su actuación quirúrgica, sus aportes a la Radiología en Cuba, su secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, su patriotismo y finlaísmo.

Conclusiones:

Es, sin dudas, el Dr. Domínguez Roldán, una de las más significativas figuras de la medicina en Cuba, de manera particular de su Cirugía, Radiología, Fisioterapia y Radioterapia, y uno de los pocos nombres a los que aparecen tan profundamente vinculados la historia libertadora de la Patria, la labor universitaria y académica y los progresos de la medicina cubana.

ABSTRACT
Introduction:

The services provided by Dr. Francisco Dominguez to the homeland (Havana, February 14th, 1864 - April 25th, 1942), defending the independence in the jungle and later in peace and advocating the cause of education, along with his dedication to enhancing the memory of Finlay as the precursor of the discovery of the transmission of yellow fever, and his work for the development of medicine in general and definitively for that of Radiology in particular are truly exceptional, but little known.

Objective:

to describe and share features of the multifaceted career of Dr. Dominguez.

Material and Methods:

Historical research methods such as analytical-synthetic and inductive-deductive methods, as well as chronological and geographic sub-methods were used.

Results:

Elements of his studies, remarkable scientific life, his teaching at the Havana School of Medicine, surgical performance, his secretariat for Public Instruction and Fine Arts, patriotism and finlaism are collected and exposed.

Conclusions:

Dr. Dominguez is undoubtedly one of the most important personalities in Cuban medicine and one of the few names to which the liberating history of the Homeland, the university and academic work, and the progress of Cuban medicine appear so deeply linked.

Palabras Claves:
    • Historia de la Medicina;
    • Radiología;
    • Guerra de Independencia;
    • Carlos J. Finlay;
    • finlaísmo;
    • Cuba.
Keywords:
    • History of Medicine;
    • Radiology;
    • War of Independence;
    • Carlos J. Finlay;
    • finalism;
    • Cuba.

Introducción

Las hazañas de nuestros médicos, farmacéuticos y odontólogos, han colocado muy en alto el pabellón de la medicina y sus nombres constituyen ornamento glorioso de la historia de nuestras revoluciones. Ellos compartieron las fatigas y privaciones a la vez que realizaron el prodigio de permanecer a la misma altura que el resto de los combatientes, durante la Guerra de Independencia. Dejaron al mundo un ejemplo admirable de heroísmo, abnegación y alta conciencia del deber, devolviendo la vida cuando era posible, levantando las fuerzas, consolando de bohío en bohío, sometidos a las inclemencias del tiempo, extraviados por veredas impracticables, harapientos, a veces descalzos, con una mala alimentación que llegó a incluir roedores y reptiles, sin faltar las ocasiones en que fue necesario hervir el cuero crudo de taburetes para mitigar las angustiosas exigencias del hambre; sufriendo, en fin, con estoica resignación, todas las escaseces y sacrificios, manteniéndose fieles e irreductibles hasta la terminación de la heroica jornada, o hasta que la muerte selló sus vidas.1,2

Entre esos adalides que respondieron al llamado de la Patria estuvo el Dr. Francisco Domínguez Roldán (La Habana 1864-1942) (Figura), personalidad poco conocida de la Historia de Cuba, pero uno de los más irreconciliables enemigos de la dominación española dentro del círculo médico y el único del claustro de Medicina que se alzó en armas.1,3) Fue de los que trocó la vida estable, refinada y confortable, por la condena a muerte que -según las leyes españolas- significaba el ingreso al Ejército Mambí y peor que eso, adoptaría también, como compañeros perennes, a los otros dos más crueles jinetes de la Apocalipsis, el hambre y la enfermedad.4

Aunque ha sido reconocido como hombre de ciencias,5 como precursor de la Radiología en Cuba,6 como maestro,7 como finlaísta8 y, en definitiva, como una de las personalidades médicas más significativas de Cuba,7 para este autor, la expresión magna de su personalidad fue su dimensión patriótica. No obstante, la inexistencia de investigaciones relacionadas con su figura, la escasez, la dispersión y el difícil acceso a la bibliografía que le concierne, tanto activa como pasiva, han favorecido el desconocimiento de su obra y sus aportes a la medicina y la independencia.

Mientras que la labor de múltiples figuras de las Ciencias Médicas cubanas ha sido bien documentada, la del Dr. Domínguez Roldán es poco conocida. Y en ese sentido, independientemente del reconocimiento del que goza el físico alemán Wilhelm Conrad Roentgen como descubridor de los rayos que conllevaron al inicio de la Radiología, es justo que se reconozca el aporte del Dr. Domínguez Roldán al desarrollo de esa rama de la ciencia en Cuba. El trabajo tiene como objetivo describir los aspectos más importantes de la vida y obra del Dr. Francisco Domínguez Roldán y su alcance presupone puntualizar elementos de sus estudios, su vida científica, su profesorado, su actuación quirúrgica, sus aportes a la Radiología en Cuba, su secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes, su patriotismo y su quehacer como finlaísta.

Dr. Fracisco Domínguez Roldán (1864-1942)

(Cortesía de la Biblioteca de la Academia Nacional de Medicina, París)

Material y Métodos

Se emplearon métodos de la investigación histórica como el analítico-sintético y el deductivo-inductivo. Entre los submétodos9 utilizados se encuentran el cronológico y el geográfico. Se realizó una revisión documental en los departamentos de Hemeroteca, Fondos raros y valiosos y Sala general de las bibliotecas Nacional José Martí y Provincial Gener y del Monte de Matanzas, el archivo central de la Universidad de La Habana y en los motores Google y Google Scholar. A partir de un algoritmo de búsqueda previamente diseñado, se localizaron y seleccionaron los documentos según relevancia; naturaleza del contenido ―biográfico, histórico, bibliográfico, científico―; autores, autenticidad demostrable, idiomas español, francés e inglés y accesibilidad. Se contrastaron las fuentes para verificar información y evitar subjetividades. Se extrajeron, recopilaron, organizaron y analizaron los datos que se presentan. Se consultaron un total de 78 fuentes, entre primarias y secundarias, de las que 34 ―entre 1898 y 2016― fueron utilizadas para la conformación del manuscrito. Se excluyeron las duplicidades ―reproducciones del mismo artículo en diferentes revistas―, referencias que, si bien apoyaban hechos planteados en el artículo, no ofrecían nuevos elementos y las que no pudieron ser trianguladas.

Desarrollo

Estudios de Medicina, primeros pasos

Nacido en la calle Salud, en La Habana, el 15 de febrero de 1864, a los 19 años, con sobresaliente, obtiene el grado de licenciado en Medicina por la Real Universidad de La Habana; después estudia tres cursos de ampliación para mejorar sus conocimientos. Luego, en 1884, viaja a España a obtener el doctorado en medicina6) y lo hace con una tesis inspirada en lo que había aprendido del Dr. Carlos J. Finlay en relación con la fiebre amarilla.3,6)

Consciente de que los planes de enseñanza con los que se formó, no pueden sustentar la Medicina que ya se hacía en otros centros científicos,10) vuelve a estudiar la carrera, en esta ocasión, durante seis años, en Francia. Logra ser externo de los Hospitales ―de París― en 1887 e interno en 1888 (cargos oficiales otorgados por la Asistencia Pública francesa, no por la Facultad de Medicina, luego de exigentes concursos de oposición, téngase en cuenta que solo 5 %, de 8 000 estudiantes, lograba ser interno); es premiado entonces con la Medalla de la Asistencia Pública de París, honor conferido a los que se destacan por su eficiencia en los servicios prestados. Obtiene el grado de Doctor en Medicina de la Universidad de esa Ciudad-Luz el 2 de julio de 1891.3,6) Al recomenzar los estudios dio un ejemplo de la más elevada conciencia médica y que define muy bien la firmeza de su carácter, virtud primordial de su relevante personalidad.

Datan de esa época ya, sus primeras contribuciones científicas a la excelente monografía que escribió sobre la fiebre amarilla y que le sirvió de tesis para el doctorado en Madrid en 1884, siguieron sus publicaciones sobre la Enfermedad de Paget y su tesis en 1891, para obtener el doctorado de la Facultad de París, sobre los quistes serosos del epidídimo.3,6,11 De su producción científica definitiva se han publicado, al menos constatados por el autor, aunque solo 49 de forma física, 84 trabajos.

Habiendo asistido en Europa a la revolución de las ciencias médicas determinada por los descubrimientos de Pasteur y las ventajas de la aplicación de la asepsia y antisepsia en cirugía, de regreso en La Habana, fue de los primeros en traer los beneficios de semejante conquista, y sus éxitos inmediatos en la práctica, pronto lo consagraron como uno de los más prominentes cirujanos; había obtenido por oposición una plaza en el Hospital Mercedes (nombrado y conocido indistintamente como Nuestra Señora Reina de las Mercedes, Reina Mercedes ―en honor a la esposa del rey Alfonso XII―, Nuestra Señora de las Mercedes ―luego de la muerte de los reyes― o simplemente Hospital Mercedes). Ya en aquellos tiempos era considerado en Cuba, uno de sus más altos valores científicos y morales.3,7,8 En 1893, se le otorga la Cátedra de Anatomía Topográfica y Operaciones de la Facultad de Medicina12 y emprende la organización de la escuela de cirujanos, actividad que interrumpe para incorporarse a la Guerra Necesaria, la lucha por la independencia de Cuba.

Participación en la Guerra de Independencia

Se unió a la marea de la revolución y fue a donde ella lo llevó, primero al clandestinaje habanero, y luego, a entrar en la manigua redentora por Cárdenas, después de recibir la orden de alzamiento.1,2,3,4,6) Fue de los que escribió la épica gesta de Matanzas, pues si bien, según Horacio Ferrer,13) de héroes era la guerra en Oriente, en Matanzas, colosal cementerio, lo fue de semidioses. Alcanzó en ella el grado de Coronel, y fue Jefe de Sanidad del Quinto Cuerpo, Médico Jefe del Departamento Militar de Occidente y Gobernador Civil de Occidente.1,2,3,4,6,14

A su llegada al central Dolores, cerca de Jovellanos, Gómez le encarga organizar un hospital en el norte de Matanzas, lo que hace inmediatamente doce millas al este de Cárdenas, en Sabanas Nuevas, una manigua pantanosa cerca de la costa,6,15 al norte del poblado El Recreo (actual Máximo Gómez) y al oeste del actual municipio de Martí.

Su rápido y exacto diagnóstico salva vidas, su ligereza de manos, sus operaciones relámpagos, así como la asepsia y la antisepsia que puede aplicar, obran curas extraordinarias. En pésimas condiciones, por falta de instrumental y el medio impropio, interviene al valiente ingeniero Alberto Nodarse, quien terminaría la guerra como General de División, de un balazo en la columna vertebral. También en plena manigua opera a un soldado, al que amputa un fémur con dos machetes y sin anestesia. Atiende a los heridos del combate del Purgatorio lo mismo en hospitales que en las cuevas de las lomas, que en los bohíos de campesinos patriotas. Cubre largas distancias, en muchas ocasiones a pie y descalzo, como cualquier soldado. Una vez, recorrió 20 km junto a un guía en una noche para operar al Teniente Coronel José Fernández Mayato, herido cerca del Pan de Matanzas.1,2,3,4,6) En las inmediaciones de la bahía de Cárdenas, operó al Capitán Pedro Hevia Romay, de 23 años,16 ―hermano del Teniente Coronel Dr. Mario Hevia,17 ambos de la Brigada de Cárdenas,16,18 y primo del Coronel Aurelio Hevia Alcade―17 de un absceso hepático,6,16) quien desafortunadamente muere un mes después. Opera también al General Eduardo García, al sur de la Ciénaga de Zapata. Desde “La Cámara”, un monte cerca de Ceiba Mocha, donde había establecido posteriormente el hospital principal,2 vuelve a las cercanías de Cárdenas a operar al Coronel Regino Alfonso, por un balazo en la región glútea derecha. Recorre los campamentos y cuevas donde están escondidos los heridos una y otra vez. Aprende de los guajiros el uso de las hierbas ante la necesidad apremiante de curar, lo que le ayuda, junto a otras medidas, a enfrentar también brotes de paludismo y otras afecciones no quirúrgicas.1,2,3,4,6

Lo mismo se le veía llegar a las cinco de la mañana a un campamento de la Brigada de Cárdenas, participar en un combate y luego partir a las dos de la madrugada del día siguiente,15 que escondido cinco días sin agua ni comida con el General Pedro Betancourt, en el Pan de Matanzas; que en San Miguel de los Baños, que en el episodio del Ohito, en la Cristina del Cuzco, junto a Alacranes,4) perdiéndose luego en la ciénaga, por donde vaga febril y hambriento varios días, hasta que es rescatado por órdenes del General Betancourt; herido en una pierna, curando y curándose.6) Al terminar la contienda, con el grado de Coronel, está depauperado como sus hermanos de guerra.

Patriota integérrimo, su brillante comportamiento, su habilidad quirúrgica, su enérgico carácter y sus cualidades de buen organizador, lo convirtieron en uno de los más celosos médicos de la Revolución; Picaza1 lo sitúa entre los médicos que más se distinguieron en el campo de la cirugía por su habilidad operatoria, junto a Enrique Núñez de Villavicencio, Nicolás Alberdi y Eugenio Sánchez Agramonte.

Como Gobernador de Occidente prestó grandes servicios organizando hospitales de campaña y prefecturas, nombrando los tenientes gobernadores de Distrito, garantizando las elecciones al Gobierno y curando al mismo tiempo a los heridos.2,18 Poco permaneció al lado del General Gómez, habiéndosele confiado el encargo de organizar fuerzas, y recolectar dinero para trocarlo en armas. Operó después con el General Carlos M. Rojas, con quien estuvo en Ojo de Agua, en el Valle de Guamacaro, y en el ingenio La Julia. Después con Lacret Morlot mucho tiempo, contribuyendo al logro de varias expediciones.14,19) Operó la mayor parte del tiempo con el General Pedro Betancourt y su Jefe de Estado Mayor ―después de Rosell―, el Coronel Fernando Diago.20 Ayudó al Coronel Enrique Armando del Junco y al General Clemente Gómez, al curarles también sus heridas. Y ya al final, cuando el General García Menocal fue nombrado Jefe del 5to. Cuerpo, Domínguez estuvo con él, al menos, en el ingenio Averhoff19) y lo acompañó a una reunión con Calixto García, según puede ser observado en una fotografía a la que el autor accedió.

El Profesor Francisco Domínguez Roldán

Recuperado de la caquexia con que culminó la guerra, regresa a su cátedra y a su sala en el Hospital Mercedes. Fue nombrado en diciembre de 1899 Catedrático de Anatomía Quirúrgica y Operaciones, consagrando entonces, sus actividades durante más de 20 años, a enseñar los procedimientos y a difundir entre sus discípulos en la Cátedra, en el hospital, en la Sociedad de Estudios Clínicos y en la Academia, el caudal precioso de sus conocimientos y su experiencia adquirida en los campos de batallas.

En la Facultad, sus metódicas conferencias, los trabajos de disección en cadáveres formolados (innovación incorporada por él), y las prácticas operatorias en animales, hacían interesantísimas sus enseñanzas, y despertaron el interés por los estudios anatómicos y quirúrgicos, en esa pléyade de discípulos suyos que fueron el orgullo de la profesión y que tanto bien hicieron en el seno de la sociedad.3,6

En relación con la historia de la Facultad de Medicina, el Profesor Domínguez Roldán quedará indisolublemente unido a la transformación de la Escuela, la reorganización de los estudios de Anatomía y Medicina Operatoria, la creación del primer departamento de cirugía experimental, la renovación en la enseñanza de su cátedra y otras iniciativas útiles, tanto allí, en la misma Escuela de Medicina, como en el Hospital Mercedes. Además de todo lo anterior, y de su valiosa producción científica, la formidable obra del Dr. Domínguez Roldán, no depende solo de lo que ha producido o escrito ni de lo que ha renovado en su cátedra ni de sus títulos y honores; sino lo más significativo ha sido, el haber formado escuela, el haber estimulado con su laboriosidad ejemplar ―siendo siempre el mejor predicador―, a tantos de sus discípulos,3 quienes después brillaron, en la historia de la Cirugía, primero, y de la Radiología, después.

Dotado de una gran inteligencia, metódico en sus estudios y trabajo, fue, sin dudas, un gran anatomista con una superior habilidad quirúrgica;1 para algunos,7 fue, ante todo, un anatomista. Sus trabajos publicados sobre estas materias se distinguen por su precisión y originalidad. Los libros El tórax y sus regiones, Procedimientos operatorios, Tratado de anatomía topográfica y operaciones de urgencia del tórax, así como sus lecciones de “Anatomía topográfica del tubo digestivo”, constituyeron, en su época, obras prácticas magistrales, a nivel de las similares de los grandes maestros de entonces en el mundo.3,6,21,22 En ellos, reúne métodos y técnicas personales que constituyeron pasos de avance en la ciencia y el arte de la cirugía como su Carta craneométrica,23) donde resume las medidas de la topografía cráneo-cerebral para mejorar el acceso quirúrgico; su aparato para el tratamiento del hidrocele vaginal, basado en la ley de los vasos comunicantes; su ingeniosa sutura a hilos removibles en la operación de la hernia; un aparato para las fracturas complicadas de la mandíbula; un procedimiento de sutura intestinal, así como otro para la fijación del bazo en la cavidad pleural.3,6

Era un hombre exigente, no aceptaba el error ni la mediocridad. Opinaba que las cosas había que hacerlas y saberlas bien. Entendía que para enseñar Anatomía había que conocerla profundamente bien. Con una memoria extraordinaria, era muy difícil que no recordara algún raro o excepcional dato o variante anatómica.3,6,24

Para otros, fue, primeramente, un gran Profesor, un verdadero pedagogo;10 Octavio Montoro y Saladrigas7 lo reconoce junto a Raimundo Menocal, como, tal vez, los dos grandes profesores de la Facultad de Medicina, en el período y años subsiguientes a los que él estudió. Tal era el reconocimiento que se le profesaba como Profesor, que fue llamado a integrar el tribunal que evaluaría los ejercicios para revalidar el título de medicina nada menos que del Dr. Juan Guiteras Gener.25

Activas gestiones del profesor Domínguez Roldán ante el Secretario de Instrucción Pública, Enrique José Varona y con la anuencia del Gobernador Militar de la Isla, el Rector de la Universidad y el Decano de la Facultad, logran reorganizar e independizar la asignatura Anatomía Topográfica y Operaciones como cátedra número 13. Cuando fue electo Secretario de la Facultad, luchó denodadamente hasta lograr que se transformara muy favorablemente el departamento y el anfiteatro anatómico, donde funcionaba su cátedra y se obtuviera para esta un salón de cirugía experimental, contiguo al departamento y al anfiteatro, y la sala de cirugía de urgencia del Hospital Mercedes como servicio de clínica. La asignatura de Anatomía Topográfica continuó impartiéndose por muchos años en el anfiteatro anatómico hasta que inaugurado en 1940 el nuevo edificio ―nombrado Ángel Arturo Aballí (Matanzas 1880-La Habana 1952)― de la Escuela de Medicina, se le asignó la sala de disección que había sido nombrada en homenaje al sabio "Dr. Francisco Domínguez Roldán".26

Por sus dotes de maestro y organizador fue nombrado el 6 de octubre de 1916 Decano de la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de La Habana, responsabilidad que desempeñó hasta que fue designado Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, un año después.6

Si bien fue una de las más importantes figuras de la medicina cubana26 por su notorio accionar en diversas facetas, sin dudas estuvo, por su habilidad operatoria, entre los médicos que más se distinguieron en el campo de la cirugía: sobresalió en ese difícil dominio de la medicina, innovando, renovando y realizando muchas y brillantes operaciones.1,7 Junto a Ortiz Cano, Fortún y otros, inició la gran cirugía en Cuba, la ya perfeccionada, la que trajeron de París. Inicia con ellos, un período extraordinario de la cirugía cubana, que abandonaba el modesto reducto hasta donde la habían llevado aquellos iniciadores extraordinarios de los años ochenta y noventa del siglo XIX.7

Radiología

Si bien, al menos entre 1903 y 1904, estuvo experimentando en el Hospital Mercedes con equipos construidos por él mismo, en 1905 retoma formalmente lo que había estado estudiando antes de marchar a la guerra sobre el descubrimiento de Roentgen y con la curiosidad científica de los sabios y vislumbrando el porvenir que ofrecía a la medicina la Radiología, orienta su atención a esos nuevos horizontes y no bastándole la literatura para nutrir sus conocimientos y como si no hubiera sido suficientemente agotadora la guerra, se dirige otra vez a Europa para lograr su especialización en los Rayos X, Fisioterapia y Radioterapia y con ello, la introducción de su estudio y aplicación en Cuba con igual entusiasmo y tenacidad con que estudió Anatomía, cuando quiso ser cirujano7,6,8,27,28. Dominando por completo el tema, publica la primera obra de su género en Cuba: Rayos Finsen, Rayos Röntgen, Radium27) que tuvo la virtud de interesar no solo al sector científico, sino al propio Gobierno, el que en definitiva le encarga fundar en el Hospital Mercedes, un departamento radiológico, creándose de ese modo, el primer centro de ese tipo en el país,29 cuya organización por demás, fue una de las más completas del mundo.30 Es justo destacar que Carlos Desvernine y otros adelantados, ya habían establecido un “Instituto”,31 pero no con la concepción, tecnología, organización y misión que el que ahora se desarrollaba en el hospital Mercedes.

Allí se realizaron las primeras fluoroscopias y radiografías, y se iniciaron la fisio y radioterapia con equipamiento de primer nivel en el mundo,29,30 pero, sobre todo, de allí salió otro núcleo de sus discípulos, no ya cirujanos, sino radiólogos, no menos brillantes que aquellos primeros.8 Grandes centros de trabajo y difusión de conocimientos, fueron también su laboratorio de la calle San Miguel y los servicios radiológicos de la Quinta Covadonga (Hospital Salvador Allende) y la Benéfica (Hospital Dr. Miguel Enríquez) creaciones también de quien ha sido reconocido como el padre de la Radiología en Cuba; igualmente diseñó y organizó el departamento del Hospital General Calixto García.6,8

Sus publicaciones en este campo, también se destacan por su originalidad característica, mereciendo citarse entre otros, sus trabajos sobre “Las luxaciones de la clavícula”, “Las fracturas del radio”, “Los Rayos X en los trastornos dentarios”, “Los Rayos x en el diagnóstico de las micosis pulmonares” y “Radium, Radiología y Electrología médica” que le valió felicitaciones de los principales especialistas del mundo.3,6,8,32

Sus trabajos en la lucha contra el cáncer fueron justificación para designar con su nombre, en La Habana, un hospital dedicado a tratar pacientes con cáncer avanzado.33

Una vida tan activa y fecunda, tenía forzosamente que haber sido objeto de consideraciones y reconocimientos. Así, en 1888 recibe el nombramiento de miembro correspondiente de la Academia de Ciencias de La Habana; en 1893 es Miembro Titular y en 1922 Miembro de Mérito. En 1911, es Titular de la Sociedad de Radiología de París y Socio Honorario de la Asociación Americana de Electroterapia, y en 1928 fue elegido Miembro Correspondiente de la Academia de Medicina de París. En 1907, recibe la cinta de la Legión de Honor del Gobierno francés, el grado de Oficial de la misma Orden en 1918 y, en 1922, el de Comendador, con el Diploma de benefactor de la Ciudad de Verdún, por sus eminentes servicios a Francia durante la I Guerra Mundial; y por análogos motivos, el Gobierno de Bélgica le otorga el grado de Gran Oficial de la Orden de Leopoldo II. También fue reconocido como Gran Oficial de la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes, con la Gran Cruz de la Orden Nacional de Mérito Carlos J. Finlay y como Delegado del Consejo Territorial de Matanzas ante el Consejo Nacional de Veteranos, entre otros múltiples y altos reconocimientos.3,6

Secretaría

El 28 de noviembre de 1917, el Dr. Domínguez Roldán llegó a la Secretaría de Instrucción Pública y Bellas Artes decidido a implantar allí métodos nuevos y se le recordó como uno de los más brillantes Secretarios de Instrucción que había tenido Cuba. Fueron sinceros y denodados sus esfuerzos por el desarrollo de nuevos tipos de formación, entre ellos la normalista y las Escuelas del Hogar. En su mandato fue cuando más presupuesto se logró para el sector, rescató fondos para reparaciones pendientes como la de la Universidad de La Habana y la biblioteca de Matanzas, así como para la creación de escuelas públicas y kindergártenes; trabajó en función del mantenimiento de la merienda escolar, diseñó pupitres y libros, desarrolló concursos para estimular el aprendizaje, negó la entrada al sistema educacional de maestros estadounidenses como “apoyo”.3,6,25) A pesar de su labor indetenible y su pulcritud moral, las necesidades reales no se podrían lograr con un buen hombre, sino con un buen sistema.

No estaba hecho para intrigas ni para combinaciones, luchó siempre de frente, decidido, valiente y audaz. Desengañado y molesto por decepciones sucesivas relacionadas con un hecho acaecido en la Universidad, cuando un Rector, faltando a un pacto y a lo reglamentado, pretendió mantenerse en el rectorado, así como con la actitud asumida por el Presidente ante este incidente; se obligó a un destierro voluntario entre 1921 y 1937. La línea directriz inexorable, que mantuvo en todas las etapas de su vida, le obligó a renunciar a su ministerio cuando estimó que su posición de Ministro pugnaba con su dignidad.3,6,25) Pero siempre añoró la Patria, a sus amigos, a sus discípulos, a sus compañeros. Por ello, cuando consciente de que el fin podía acercarse, después de haber pasado graves enfermedades en Francia, decidió el regreso.6,7

Finlaísta

El Dr. Domínguez está, indiscutiblemente, entre los formadores de la nación, pero no solo por su proceder independentista directamente en la guerra ni por su inconformidad ante el simple estatismo ni por sus innovadoras y renovadoras acciones docentes, quirúrgicas y administrativas en tiempos de formación de la nación, sino lo es por estar entre los más fervientes finlaístas, grupo que, sin tenerlo como propósito inicial, constituyó expresión inequívoca de identidad y formación nacional. Si bien es cierto que nadie hace una obra solo, figura entre los máximos defensores de la prioridad finlaísta en la conquista de la fiebre amarilla; durante el centenario de Finlay, rindió literalmente a París ante el camagüeyano.

Había dedicado buena parte de su talento y su actividad a honrar a quien la humanidad debe considerar como uno de sus más grandes benefactores, y la ciencia como uno de sus más preclaros artífices. A partir de la veracidad de un hombre de ciencias, se puede seguir en su libro Carlos J Finlay. Su centenario (1933). Su descubrimiento (1881). Estado actual de su doctrina (1942),34 la génesis del hallazgo, su desarrollo y los enormes conocimientos sanitarios del descubridor. En París y La Habana, fue el paladín más decidido, más elocuente y más científico, en defensa de la memoria de Finlay. Su tesis de 400 páginas sobre los trabajos de Finlay, refleja la importancia extraordinaria de su obra. Era necesario dirigir la lucha en el sentido en que lo hizo Domínguez Roldán, ajeno por completo a la política simple, a los discursos, a los trabajos más o menos literarios y a las reclamaciones justas. Es el punto que señaló Domínguez Roldán, el camino de la demostración científica, en el que había que insistir y en el que siempre insistió.

El Dr. Domínguez Roldán, amigo íntimo y médico de Finlay, había sido testigo de sus esfuerzos por implantar la verdad, de sus tristezas, alegrías, y de su triunfo, el que celebró en aquel conocido convite que organizara con Guiteras en diciembre de 1901.3,6,13) No podía permanecer indiferente ante la omisión y el olvido en que pretendió sumirse el nombre del más glorioso de nuestros sabios; aportó su inagotable energía y su poderosa mentalidad, a la noble causa que defendía desde Cuba un grupo de sus compañeros, la reivindicación de Finlay.3,6 Con su tenacidad característica y con un ardor comparable al desplegado en sus años juveniles, luchó porque resplandeciera la justicia y no descansó hasta obtenerla, logró, más que sumar, apasionar por la causa de Finlay a aquellos sabios internacionales ―reunidos en la Academia de Medicina París―, cuya opinión habría de ser decisiva. Esa institución lo había elegido Miembro Asociado, honor que solo compartían unos pocos sabios en el mundo y sometió a París ante Finlay en su centenario y no solo a su comunidad científica, también a la social y administrativa. Su alegato, más que elogio, en la Sesión Solemne en esa Academia fue escuchado por la corporación en pleno, por representantes del Gobierno de Francia, del Instituto Pasteur, de la Facultad de Medicina, por Diplomáticos y profesores de diversos países, así como por un grupo de sus compatriotas presentes. El triunfo del Dr. Domínguez fue completo, y los actos consecutivos a la sesión, convirtieron el homenaje en apoteosis. Traspuso los umbrales académicos, gestionó, y obtuvo de la municipalidad de París, que se honrase a Finlay rotulando con su nombre una de sus calles.3 Para algunos,8 el libro del Dr. Domínguez sobre Finlay y la fiebre amarilla, es el servicio más importante que este haya realizado a la Patria; para Presno,3 “es el monumento más grande que podría erigirse al sabio cubano”.

Para Montoro,7 los cuatro puntos decisivos en la vida de Domínguez Roldán fueron:

  • Su primer viaje a Europa y su propósito de estudiar en Paris.

  • Su contribución a la Revolución de 1895, donde luchó en la provincia más difícil y prestó excepcionales servicios como Jefe de Sanidad Militar.

  • Su ingreso en la política como Secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes, y

  • su lucha extraordinaria por conquistar para Finlay la gloria que merecía.

Para el autor, el punto decisivo en su vida, fue el no aceptar la invitación a quedarse a ejercer en Francia hecha por colegas y Profesores, si bien, hubiera sido otro gran cubano en París, su vida y su obra no hubieran sido tan grande como lo fueron.

En la tarde del 25 de abril de 1942, a la edad de 78 años, culmina otra sesión de trabajo investigativo en la Academia de Ciencias; se disponía a regresar a su hogar en el barrio de La Ceiba, cuando sufre el fatídico trauma craneoencefálico ―no intencional, pero sí producto de la irresponsabilidad de un conductor―, que le causaría la muerte, horas más tarde, en el Hospital Emergencias (Freyre de Andrade). Se perdía así, otro de los paradigmas de las Ciencias Médicas cubanas.

Ante su tumba, el fiel amigo y discípulo de toda la vida, el doctor José A. Presno Bastiony ―otro de los grandes de nuestra historia médica―, expresa:

“… pocos nombres aparecen tan hondamente vinculados a la historia libertadora de su patria, a la labor universitaria y académica, y a los progresos y prestigios de la medicina cubana, aquí y en el extranjero, como el del maestro que acabamos de perder."3,6

En reconocimiento al científico y patriota, el 25 de febrero de 2020, en la Universidad de Ciencias Médicas de Matanzas, se realizó la sesión constitutiva de la Cátedra Honorífica “Dr. Francisco Domínguez Roldán”, adjunta a la Sociedad Cubana de Imagenología, que había sido fundada en Demajagua y ante el Martí más alto de Cuba, en el Pico Real del Turquino, entre los días dos y tres de diciembre ―aniversario de Finlay y día de la Medicina Latinoamericana― del año anterior.

Esta investigación presenta como limitaciones, por un lado, el abordaje de su pensamiento, aunque conocida es la relación entre pensamiento y conducta, esta como actuar o acción que un individuo ejecuta y, por otro, su accionar específico en Fisioterapia y Radioterapia, aunque válido es aclarar que la Radiología en sus inicios, contaba con la Fisioterapia y la Radioterapia como componentes inseparables.

Conclusiones

El Dr. Domínguez Roldán perteneció a la generación que hizo del ejercicio de la profesión médica un verdadero sacerdocio, a la legión del sacrificio ignorado, sin otro incentivo que el cumplimiento del deber. Él fue de los que no se quedaron en París y vino a sacrificarse, a engrandecer la Patria y a cumplir con el legado de honor que sus antecesores le habían transmitido. Fue de los que no quiso autonomía ni reformismo ni anexionismo; uno entre los miles de abnegados que no temió al soldado y se convirtió en uno. Como introductor de los estudios de Radiología, Fisioterapia y Radioterapia, merece el mayor homenaje, gracias a su tenacidad logró que la Ciencia Médica cubana marchara a la vanguardia de los adelantos científicos de la época; por ello fue llamado, con justicia, padre de la Radiología cubana. Como finlaísta desempeñó uno de los roles más significativos en la defensa del Dr. Carlos J. Finlay como descubridor del contagio de enfermedades a través de un ente intermedio, al exponer a la hembra del mosquito, hoy conocido como Aedes Aegypti, como el agente transmisor de la Fiebre Amarilla y sobre quien había que actuar para enfrentar el mal que asolaba los trópicos.

Su vida y obra constituyen ejemplo de fructífera energía, de insaciable curiosidad científica y actividad perseverante. Su trayectoria de patriota, su austeridad y su quehacer, lo colocan entre los más significativos actores de la Revolución. Su concepto del deber, la integridad de su carácter, su abnegación y sus dotes de maestro, lo convirtieron en uno de los médicos más respetados por claustro, estudiantes y sociedad.

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Historial:
  • » Recibido: 26/08/2021
  • » Aceptado: 01/10/2021
  • » Publicado : 10/10/2022


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