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Los avances de las vacunas contra la COVID-19 en el mundo y en Cuba, han sido de vital importancia para el impacto positivo en la reducción de las complicaciones, incluyendo la mortalidad por esta nueva enfermedad. La enfermedad por el nuevo coronavirus (virus SARS-CoV-2), conocida como COVID-19, inauguró una pandemia nueva y no prevista, que ha tenido repercusiones catastróficas a nivel mundial.¹ Todavía es temprano para predecir el saldo final de la enfermedad.²⁾

Desde el 22 de enero del 2020 hasta el 6 de noviembre de 2022, en el mundo se han registrado alrededor de 633 millones de casos, de los que han fallecido 6,6 millones.³ En la región de las Américas se reportaron 180 361 346 casos acumulados con 2 858 455 muertes acumuladas hasta el 4 de noviembre de 2022.⁴ En Cuba se han diagnosticado con la enfermedad 1 111 300 pacientes, con 8 530 fallecidos de acumulado, para una letalidad de 0,77 %.⁵

Entre las intervenciones de salud pública, la inmunización es uno de los mayores éxitos de la medicina, que permite evitar de dos a tres millones de muertes cada año por causa de enfermedades infecciosas, es una de las acciones de más costo eficaces y exitosas.⁶ Para poner fin a esta pandemia, una gran parte de los habitantes del mundo deben ser inmunes al virus. La forma más segura de lograr esto es con vacunas. Varios equipos de investigación aceptaron el desafío de desarrollar vacunas que protegieran contra el SARS-CoV-2,⁷⁾ para minimizar los efectos de la enfermedad y disminuir las pérdidas de vidas humanas.

A septiembre del 2022, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha emitido recomendaciones para el uso de las vacunas contra la COVID-19, producidas por los siguientes fabricantes: Pfizer-BioNTech, AztraZeneca/Oxford, Janssen, Moderna, Sinopharm, Sinovac, Bharat, Novovax, Casino y Valneva. La OMS sigue evaluando otras vacunas en ensayos clínicos y preclínicos. Además, la autoridad nacional regulatoria (ANR) de algunos países autorizó el uso de otras vacunas para hacer frente a la COVID-19 en su territorio.⁷

En Cuba, el Centro para el Control Estatal de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (CECMED), decidió otorgar el autorizo del Uso de Emergencia a las vacunas cubanas Abdala 50 μg, Soberana 02 y SOBERANA^® PLUS ST. A partir de la aprobación de dosis de refuerzos fueron aceptados los candidatos vacunales Soberana 01 y Mambisa (esta última es de administración nasal).⁸⁾

La vacuna ABDALA 50 μg mostró una eficacia de 100 % para la enfermedad sistémica severa y la muerte por la COVID-19, 91,2 % ante la sintomática y 75,7 % frente a la infección.⁹⁾ Por su parte Soberana 02 (FINLAY-FR-2) presentó una eficacia de 65 % en la enfermedad sintomática. El esquema de dos dosis y una dosis de refuerzo con Soberana-Plus a intervalos de 28 días demostró una eficacia clínica de 91,2 %.¹⁰⁾ SOBERANA® PLUS ST es la única diseñada para re-estimular la inmunidad previamente inducida por otras vacunas anti-COVD-19 o por infección natural. Contó con 91,2 % de eficacia ante la enfermedad sintomática y 75,7 % ante la infección.¹¹

La voluntad y el logro de Cuba de crear vacunas propias y con disponibilidad para toda la población cubana y poder brindarla a otros países, permitió que estuviera vacunada gran parte de su población, con disminución de la mortalidad y las tasas de incidencia de la COVID-19 (0,01 por 100 000 habitantes el día 7 de noviembre de 2022), lo que demostró la muy buena eficacia de las vacunas cubanas.⁵

Hasta el 7 de noviembre de 2022 se ha logrado que 68,2 % de la población mundial haya recibido al menos una dosis de una vacuna contra la Covid-19, 23,4 % de las personas en países de bajos ingresos la han recibido. Se han administrado 12,91 mil millones de dosis en todo el mundo y se aplican 2,01 millones cada día.³

En la región de las Américas, entre cuatro países con mayor porcentaje de población con esquema completo de vacunación se encuentran Puerto Rico con 97,4 %, Islas Caimán con 95,6 %, Chile con 92,1 % y Cuba con 88,3 %.¹²

Las vacunas no detendrán la pandemia, sino el esfuerzo que se haga por vacunar a la mayor cantidad de población posible. Es el deber de las autoridades de salud a nivel mundial, regional y de los gobiernos, garantizar el acceso universal a las vacunas. Todos los países deben contar con estas y poder administrarlas para proteger a sus ciudadanos, partiendo de los grupos más vulnerables.